viernes, 7 de octubre de 2011

¡¡¡Ciérrate Sésamo... y la puerta se cerró!!!



La rutina para sacar dos gemelos de  casa es complicada, requiere de una excelente forma física, sobre todo si la sillita que tienen es la peor del mercado. Mi amiga Anna Tortosa, experta madre de dos mellizos adorables, se iba a tronchar de la risa si me viese.

Aquí me desahogo contando lo que me ha pasado esta mañana antes de la "street experience"... cada día, saco a la calle la silla doblada, la monto y reviso que llevo todo lo necesario, pañales, zumos, toallitas, cucharillas, yogur, bolsas de plástico...

Después de montarla, me siento como si hubiese hecho una clase de fitness intenso. Entonces varias preguntas se agolpan en mi cerebro buscando respuestas con un mínimo de lógica.
- ¿Han recorrido todo Londres para comprar la peor silla del mundo mundial o se la han encontrado en el container de la basura o igual fue un regalo para putearles y ellos no se han dado cuenta?
- ¿Puede ser posible... que montar todos los muebles de una cocina de Ikea sea más fácil que montar la silla?
-  ¿Porqué la puerta de una casa victoriana es tan estrecha?

¿No sé que pasa?  siempre doy con el parque rodado infantil  en peores condiciones. Para muestra la foto de las ruedas. ¿Quién las ha diseñado? ¿cómo es posible que un cochecito de gemelos tenga miniruedas? venga, for favor... menudo chiste de ruedas, por no decir otra cosa, ya ni cuento nada del tema  suspensiones y freno... un maldito desastre.
Antes de sacar la sillita, cuelgo mi bolso en el radiador, pongo en el suelo la bolsa del "pack lunch", salgo a la calle dando trompicones con la sillita (sillaca). Les digo a los enanos que me esperen en el pasillo.
Los enanos salen detrás de mí ¿comó no?  ...¿qué se les ocurre hacer!??? ¡Pues, cerrar la puerta! ¡Bieeeeeen!
Por que, la puertas son para cerrarlas si están abiertas, para abrirlas si están cerradas. ¿Quién no recuerda el capítulo de Barrio Sésamo? abrir-cerrar, cerrar-abrir... como resulta que está abierto, entonces CERRAMOS, con portazo bien sonoro, que por poco no saltan los tornillos de las bisagras. Madre mía! la fuerza que tiene un niño de dos años cuando concentra su energía en una emoción.
Yo de espaldas, dándole la última patada al cochecito para que encajasen las piezas... cuando escucho el "clac" de la cerradura encajando perfectamente en su agujero. ¡Dios! ¡Las llaves! me he abalanzado a la puerta, como si eso fuese a servir de algo, si ya estaba cerrada, debo creer que soy como Swazenaguer que pulveriza un muro de hormigón con solo acercar el hombro. Me he puesto a girar el pomo como una estupida, primero suave y a los 10 segundos como una loca poseida... en situaciones de crisis te garras a un clavo ardiendo. Miro por la rendija del buzón, ahí estaba mi bolso, con las llaves dentro colgando del radiador. El momentazo CERRAR ha sido de verdadero terror y desesperación.
Mis neuronas trabajando a pleno rendimiento, - ¡necesito un palo!
Rebusco en el jardín de la casa de al lado, encuentro una caña de bambú, flexiiiiiiiible como puede ser una caña de bambú.
Abro la tapa del buzón, meto la caña, jolines no hay manera, necesito algo rígido con gancho en la punta. La caña, que parecía mi salvación no demuestra tener las prestaciones esperadas. Que desilusión, intento frustrado, pero no me rindo.
Saco la caña y la mano medio destrozada. Abro la tapa de nuevo. Miro fijamente el bolso. Jopetas, con lo cerca que lo tengo. Sigo mirando como si un superpoder, aún desconocido por una servidora, lo fuese a traer hacia mi mano levitando.
Entre tanto, los niños no paran de decir ¡¡¡parque, parque, parque!!! que felicidad cuando estás ajeno al drama que te rodea. ¿Qué es mejor saber o no saber? Sin duda, no saber.  Mírales que preciosos, parque, parque, parque y a mí apunto de darme un ataque de ansiedad.

Reunión de neuronas de nuevo. ¡Vale! cojo los niños, voy a buscar a mi "sister", ¡que tiene llave! ¡mierd...! tengo la tarjeta del metro en el bolso... ostia y el dinero y... todo!...
¿Qué hago? pues,  pedir ayuda. Me voy a la tienda de paquistaníes que hay delante de casa.

Les digo; -cuido dos gemelos, viven ahí delante, tienen dos años, he salido, los niños han cerrado la puerta, tengo mi bolso dentro con las llaves, necesito ayuda urgente, please, ¿acaso, tienen un palo rígido con gancho?

Me dan una varilla medio flexible, le engancho un gancho con celo… desde el minuto uno sabía que no iba a funcionar, muy cutre el invento y eso de la flexibilidad.... que no, vamos que no, pero bueno lo intento, es una situación terminal, yo lo pruebo todo.
Resultado. La varilla a acabado por los suelos, el gancho por un lado, el celo por otro...
Me dan ganas de echarme a llorar, a ver si así por lo menos me desahogo. Me empieza a fallar la esperanza... eso que nunca se debe perder.
En esas, llega el hombre de la tienda. ¡Viva la solidaridad humana! Se asoma por la rendija, mira y se va. No me dice ni "mu",  su mirada habla por él, es una mirada de ¡Macgiver viene a salvarte! ..y vuelve con un palo como Dios manda. Lo meto por la rendija, engancho el bolso a la primera, empiezo a sacar el palo, ¡ya tengo el bolso agarrado con una mano!, meto la otra mano, rebusco en el bolsillo, ¡ay madre, ahí está la llave! la cojo con una fuerza capaz de derretir el metal y dejarlo como plastilina, miro a mi salvador, sonreímos con una sonrisa más grande que la rendija del buzón.
¡Venga a la guardería que nos están esperando!
Por supuesto papa y mama no tienen porque enterarse de una cosa así, ya que, lejos de ver mi extraordinaria capacidadad para la resolución de conflictos, mi empatía para trabajar en equipo, mi resistencia al fracaso... lo que van a ver es que "esa teacher nanny" con referencias brillantes, que habla cuatro idiomas, experta en psicología y nutrición infantil (la autoestima bien alta!), híper responsable... demuestra ser una inútil, además de farsante e impostora.

Y es que...nada es blanco, nada es negro, nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira, lala la lalala la la ¿quién cantaba esa canción?