miércoles, 3 de marzo de 2010

¡Invierno en Londres, el paraiso del musgo!

 
Voy tarareando la canción "amado mío" en versión de Pink Martini. La cabeza recostada en la ventana del autobús. Gotas de lluvia repiquetean contra el cristal de la ventana. Resbalan en caída vertical, a veces se desvían en su descenso imparable, se unen unas con otras acelerando la caída al vacío. Columnitas de agua retorcidas, llenas de encuentros y desencuentros.
El agua está presente casi todas las semanas. Necesito unas botas de agua. Para recordar las últimas que tuve me tengo que remontar a los 10 o 12 años. Que vértigo... cuanto han cambiado las cosas.


 Las calles están solitarias. Es temprano y es domingo en Londres. Mi perspectiva me permite ver el interior de los coches. Aun me sorprende no encontrar al conductor en el lado izquierdo agarrado al volante. 

 Apoyo la frente contra el cristal, la música sigue sonando. Las gotitas repiquetean contra la ventanilla. Las veo descender muy cerca de mi ojo derecho. El cristal está frío. Soy la única pasajera en la segunda planta de un autobús en dirección a Hampstead. Las cosas pasan a velocidad moderada. Algunas veces no me creo que estoy aquí. ¿Dónde estaré el próximo año? ¿y el otro? ¡Que sea sorpresa!
  
  



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