domingo, 12 de diciembre de 2010

Mis Converse de imitación merkalzados han andado lo andable y más.


Tras 5 años de lucha en las calles, 5 años aguantando sin lamentarse, compañeras de fatiga mañana, tarde y noche… les ha llegado el momento, imploran descanso…
Así podría empezar una peli sobre una revolución y sus revolucionarios, una revolución cualquiera de cualquier lugar del mundo, donde la lucha por los ideales afianza la camaradería entre las personas.
¡Pues, no! No es la historia de camaradas revolucionari@s. Es la historia de mis bambas y yo.
Mis bambas me han acompañado mañana, tarde y noche. En días de lluvia y de sol. Mis converse de imitación  compradas en mercalzados ya han andado todo lo andable.
Me tengo que separar de ellas y no puedo. No es fácil. Sufro al pensar que acabaran en un cubo de basura revueltas con todo tipo de desechos. ¿Por qué? ¡Eso es horrible!  Un final tan cutre me sobresalta sólo de imaginarlo. Ellas se merecen un homenaje. 
Puede parecer irónico, pero no lo es. O puede parecer extravagante, tampoco es la intención. Siento una gran aflicción. No corre sangre por su suela de goma vulcanizada, ni palpita un corazón entre sus cordones… y aun así las siento como si tuviesen vida propia. Después de andar para arriba y para abajo en Girona, después de ser mis compañeras en los fines de semana, me han seguido a Londres, pobrecillas, a su edad. Quedan pocos rincones de esta ciudad donde no hayan estado.
Aquí  han dejado su último aliento. Las tengo que jubilar. Que mal suena… es casi… despectivo.
He pensado en atar la una a la otra por los cordones y lanzarlas al aire en plan shoefiti, para que queden colgadas de un cable  o mejor en la rama de un english tree.
Shoefiti   http://es.wikipedia.org/wiki/Zapatos_colgantes es un juego de palabras entre shoe (zapato) y grafiti, los zapatos colgantes, se trata de eso, colgar zapatos, en líneas de teléfonos, electricidad y árboles, entre otros lugares. Los zapatos se lanzan  amarrados por los cordones y se enredan quedando colgados y expuestos.
¿Alguien se acuerda de Big Fish? cuando, por fin,  una persona encontraba su lugar en el universo, colgaba sus zapatos dando a entender que ya no los volvería a usar, no se marcharía de ese lugar en cuestión.
Algunos barrios americanos suelen emplear el shoefiti para recordar a alguien que ha fallecido recientemente,  lanzan sus zapatos a las ramas de un árbol con la creencia de que cuando su espíritu vuelva pueda caminar. ¡Oh, que bonito! 
En la novela “Nocilla dream”, un libro muy raro que lei en unas vacaciones a Sicilia; hay un álamo solitario en Nevada, al que se le doblan las ramas por el peso de los pares de zapatos que le cuelgan.  Zapatos que han dejado gentes que van de paso, como muestra de que pasaron por allí.  Metáfora de los viajes, del tiempo, de las cosas…
La visión del viejo álamo doblándose por el peso impacta a los viajeros. Algunos cogen un par de los que cuelgan o hacen un intercambio con su calzado. Se pueden ver  botas de esquí, de montaña, chanclas, bambas, zapatos, náuticas… un cementerio de zapatos desgastados.
Nada mejor que unos zapatos viejos puede expresar el paso del tiempo.  Nada mejor que una suela agujereada, los cordones sucios, los lados agrietados, para expresar que a la vez que el tiempo pasa, nos pasan cosas. Vivimos.
Mis zapatos se acercan a su fin,  yo se lo quiero evitar, me resisto a pensar que es el fin,  me entra agua,  veo las estrellas cuando se me clavan las piedrecitas, la suela perdió el dibujo hace años, los agujeros ya no son agujeros son boquetes, las rajas no son rajas son abismos.
Me estoy pensando lo del shoefiti, seguro que tardaré horas en conseguir que se enganchen a algo.  Y si lo consigo me detendrá la policía, la ciudad está llena de cámaras, no se me olvida.

Es raro ver unos zapatos colgando, suspendidos en el aire cuando están hechos para pisar el suelo.Y pensar  como en Big Fish, que ya he encontrado mi lugar en el mundo, declarar que este es el lugar.. no me convence... no por nada... quiero que mi lugar en el mundo sea todo el mundo, cualquier lugar.
Me estoy arrepintiendo… creo que mis bambas imitación Converse de 10 leuros  van a seguir conmigo. Las meteré en la lavadora que salgan bien limpitas y las pondré al lado de unas “mules” de piel de serpiente rosa que me compré para una boda. Como resultaron carísimas y imponibles, pasaron de la tienda a mi casa, de mi casa a la boda y de la boda al bolso (llevaba recambio) y del bolso a una estantería a decorar, como si fuesen un jarrón.  Va a aumentar la colección.
Unas exóticas “mules” tipo sexo en Nueva York con unas vulgares y zarrapastrosas Converse de imitación. ¡Asi es la vida!, llena de contrastes.Ahí queda mi homenaje a mi amadas compañeras de imatación inimitables.


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