domingo, 12 de diciembre de 2010

¡¡¡Estoy en el aeropuerto! He llegado!!!


¡¡¡Estoy en el aeropuerto! He llegado!!!
Desde que he salido de casa dando bandazos con la maleta hasta que he llegado al aeropuerto he librado una carrera de obstáculos. Coge metro, deja metro, oriéntate en Victoria, estación mega grande y un poco caótica, haz cola para el billete de tren, busca anden, asegúrate que es el tren correcto, sube, coloca la maleta, baja, entra en el aeropuerto, busca terminal, pasa control, busca monitores con información de puerta de embarque y sorpreeeeesa, el vuelo se retrasa… no se sabe cuanto tiempo… de repente paro en seco y eso no es normal, porque voy con la inercia de la carrera de obstáculos y he acumulado una ansiedad interior que a ver quién es el guapo que me la quita (estoy pensando en un masajista musculado).  Mecachis vaya rollazo. Lo peor es que me han dado ganas de abrir la maleta y comerme las galletas que llevo dentro.
No sé cuanto podre aguantar, mi cerebro necesita azúcar para mitigar el disgusto. Creo que es la ilusión por volver a Girona y eso que hace 15 días que estuve. En mi masa gris se ha encendido un cartelito luminoso intermitente que dice chocolate, chocolate, chocolate!!!

De tanto mirar al monitor me estoy quedando bizca esperando el “go to gate”
Hago un esfuerzo para engañar a mi mente, la distraigo del neón fosforescente pensando en lo que voy a ver desde la ventanilla del avión…. La sensación zoom del paisaje que se aleja, hasta que todo queda chiquitito, los coches y las casas como de juguete… mi mente se resiste… el neón fosforescente no quiere apagarse… de repente me pongo hiper realista y digo… -¿pero que corcholis voy a ver? Si son las 8 de la tarde y a las 4 y media ya estaba todo negro como el túnel del terror.

Empiezo a revolver en la maleta y tachan que saco, una caja de All Butter Raspberry Short bread Thins, traducido: unas galletitas (regalo para mi hermana) casi 100% mantequilla. ¡Buenisimas! ¡Directas a la lorcita!
Empiezo a pasear. Vaya sorpresa, que montón de tiendas, esto no tiene nada que ver con Stansted y mucho menos con Lutton que son cuatro tiendecitas de nada.  Que mareo, aquí hay de todo.
Tener tiempo en la zona de embarque de un aeropuerto internacional es un suicidio económico a la par que te cuestionas hasta donde llega tu autocontrol.  Vaya ejercicio para el autocontrol. ¿Qué pasa en estos lugares? ¿Se concentra una energía especial que anula la voluntad? ¿O echan algo en el ambiente con el propósito de que la gente reaccione de una forma determinada, que es comprar sin parar?

Lo he pensado mucho y he llegado a una conclusión. Lo que pasa es  que, se forma un cocktail letal contra la voluntad al unir excitación de viaje, nervios de llegar a coger el vuelo,  el factor tener tiempo (más de una hora de retraso del avión)  y muy importante estar en un circuito cerrado. Parece una tontería pero el rollo ese de estar en un área plagada de tiendas sin posibilidad de salir, también influye para cocktail consumo tenga éxito. Solo te puede salvar de la tentación el no tener dinero (mi situación permanente) o si tienes valor suficiente para encerrarte en los lavabos hasta la hora de embarque (durillo, eh).

Total que en ese mini mundo de tiendas, super contenta por el viaje, decepcionada por el retraso, las endorfinas se disparan y la horita de encierro hace el resto.
Lo primero que he hecho ha sido pasar por la inmensa perfumería  ¿cómo no? Apuesto lo que sea a que el 90% de las tías hacemos eso. He comprado una botellita de Guerlain Hierba Fresca para mi hermana Teresa, ha sido su cumple. Antes de decidirme, por supuesto, he probado toda la colección. ¿Por qué? Ni idea. Si yo ya sabía la que quería. 

Ahora huelo a mimosa, mandarina, té verde, limón y no sé cuantas cosas más.
No contenta con eso, al pasar por el aparador de Dolce&Gabanna me he lanzado tres toques de spray de Light Blue, una colonia que se convirtió en una de mis favoritas desde que la vi en casa de mi tía Carmen por quien siento admiración. Si a ella le gusta algo a mí también, es automático. Ese olor delicioso me la recuerda a ella y a mis lindas primas, Soraya y Alicia. Una asociación preciosa que tengo con Light Blue.
… Me he pasado tres pueblos. Parezco una mofeta. Que mal huelo, de verdad, apesto. La pobre persona que se siente a mi lado va a pillar un dolor de cabeza que no se le va a quitar en dos días. Lo peor es que a mí, que nunca me duele, con el perfume es automático, me entra un dolor agudo en las sienes, insoportable… ay, madre!  espero que ocurra un milagro y se evapore rápido.

Después me he pintado los labios de rosa Paris de Dior, me he empolvado con polvos de Bobbi Brown, me he echado crema de aloe en las manos y me he dado unos toques de brilliance.
En mi vida se me ocurriría echarme ese tipo de polvos, son como de purpurina, igual por fin de año, no sé, ahí en ese micro mundo me he vuelto una cateta  que no se quiere ir sin probarlo todo. Me he vuelto medio majareta, algo le ha pasado a la química de mi cerebro, se ha descompensado.
En la tienda de gafas he estado 15 minutos me las he probado todas. Unas Ray Ban me quedaban preciosas. Lastima de las 100L que valen. Mi ridícula fortuna es, única y exclusivamente, para mis clases de inglés. Además yo no puedo pasar de unas gafas del Decathlon de 15leuros (con filtro solar por supuesto) a unas de 100L. Por el medio hay una transición que me habría saltado y eso es sinónimo de contradicciones en mi linda cabecita.

Bueno, adiós a mi imagen de actriz de cine. Miro el reloj. Porras, todavía falta media hora. Ya no sé que más puedo hacer. Me he hinchado a galletas, me he pintado como un picaso, huelo a una mezcla que es capaz de drogar a cualquiera. ¿No sé? ¿Qué hago?... y después nos echamos las manos a la cabeza cuando los niños hacen de las suyas. Hoy he retrocedido en el tiempo. Suerte que me he traído el boli y la libreta. Después de releer lo que escrito… voy a volver a las visualizaciones… me voy a relajar, buscaré una sillita y enviaré mi mente a una playa desierta y soleada a ver si me estoy un rato quietecita mientras tomo un baño de sol y escucho el rumor de las olas.

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