domingo, 12 de septiembre de 2010

Dejar pasar el tiempo plácidamente, respirar profundo, mirar hacia la nada y que los pensamientos pasen como nubes de algodón.

¿Bancos? Aquí  hay bancos a patadas. Montones y montones de bancos. No de los que viven a costa de cobrarnos comisiones y esclavizarnos con hipotecas prometedoras de futuros felices, de esos también hay, digo de los de sentarse.

Lo llamativo es que la gente los usa. ¡Sí, la gente  los usa! Seguro que hay más ciudades donde se usan los bancos, seguro que sí (yo no las conozco)
Mirándolo bien, para eso los ponen, ¿no?

A mí me sorprende. En Girona, no es muy normal que la gente de la ciudad use los bancos. Como mucho algún abuelito-a que se entretiene viendo pasar  la gente.  En Girona es como… cutre sentarte en un banco de la calle. Además si te sacas del bolso la fiambrera y te la zampas mientras disfrutas de estar en el exterior… al día siguiente sales en la crónica de sucesos.
En London  los ocupan rapido, hay overbooking.  Los bancos son como para tres personas y se dan diferentes circunstancias para ir ocupando las plazas. Si es un lugar con más bancos libres la gente se sentará de uno en uno, en los que estén libres. Una vez que todos están ocupados por una persona, entonces es de recibo ocupar la parte libre de cada banco. Pero,  si en el entorno hay césped o sitios para sentarse como el borde de una fuente, el muro de un parterre, la gente se irá sentando apartada. Los ingleses respetan  mucho el espacio personal. No digo que la regla se cumpla siempre, siempre. La mayoría de las veces sí.

El tema del espacio personal es un tema controvertido, no opino sobre si  esa diferencia cultural es mejor o peor que la costumbre mediterránea, que si te descuidas se te sienta al lado alguien que  disimuladamente te va empujando por un lado  hasta que te caes por el otro (estoy exagerando un poco, la cercanía mediterranea para algunas cosas es muy positiva y me encanta)… 
O como una niña francesa que el otro día se sentó en mi pie. Estaba yo con mi libreta y mi boli acomodada en un muro de la entrada de British Museum. La espalda contra una columna y las rodillas dobladas. Llegó un colegio de adolescentes franceses. Empezaron a colonizar el muro en plan salvaje. No quedó ni un centímetro libre. Una niña se subió dándose impulso y su culete cayó como una bomba sobre la mi zapato. 
–Oh, je suis désolée, excusez moi. 
– Ça ne fait rien (ne fait rien pero con los dientes apretados, claro)
Como a esa edad  no paran quietos… se baja del muro. Al minuto se vuelve a dar impulso y otra vez me cae encima, por suerte sólo en la punta del pie. 
- Oh, je suis désolée… 
- Mira bo-ni-ta ¿cómo que désolée? que muy bien todo lo désolée que tu quieras, pero que corra el aire entre tú y yo, está claro?
…  imagino durante 30 segundos que en vez de caerme encima una jovenzuela despeinada con la cara llena de granos se me sienta al lado un tio morenazo con una cámara de fotos cruzada en el pecho… y… mira por donde, calcula mal y me aplasta el pié… entonces me dice, -I’m sorry, con un acento español que no deja lugar a dudas (es español)… yo, encantada de tener los dedos machacados en ese momento, ¿cómo no?
 Así,  como super suave respondo…  -no pasa nada. Entonces me pregunta  -Where are you from? Otra vez el acento español que echa para atrás… lo que sigue es; él es de Alicante, está de vacaciones y me invita a tomar un café, mientras me cuenta que está haciendo un reportaje para National Geographic, porque  ÉL es fotógrafo  freelanz, vive recorriendo el mundo, denunciando las injusticias sociales a través de su cámara...

Bueno a lo que iba… (que va a parecer que tomo cosas raras)
Por supuesto, ser más cercano o menos tiene cosas positivas y negativas.

¿Pero?  Yo estaba hablando de bancos, ¿no?
Una de las cosas más bonitas de la ciudad es que los bancos están dedicados.  Al principio me llamaba mucho la atención, las leía y todo. Lo tuve que dejar cuando me di cuenta que la ciudad está salpicada de ellos. 
Supongo que la persona que  dedica el banco lo regala a la ciudad y lo colocan en  el lugar que escoge. Lo más bonito es que esos privilegios los suelen tener personas importantes y en London no hace falta ser reconocido ni famoso para tener un banco dedicado.
Hace poco leí una dedicatoria en Green Park… es conmovedora… si la lees un par de veces se te saltan las lágrimas. 
My amazing husband, our journey began here and wherever our travels take us, my home will always be in your heart. My love forever. Joanna Curbishley
Mi asombroso marido, nuestro viaje comenzó aquí y a cualquier parte donde nuestros viajes nos lleven, mi casa siempre estará en tu corazón. Mi amor siempre. Joanna Curbishley
 Dificil de superar el detalle romantico de esta mujer sensible. Una frase te sumerge en una vida llena de recuerdos. Me imagino la vida de Joanna. La veo paseando colgada al brazo de su maravilloso marido…Cuando voy a Green Park me siento en el banco de Mycke Curbishley.
 Más dedicatorias:
-Preented in memory in Rose Hoeing who spent many hours in the garden.
-For Mary Brown who cherished her quiet moments in these gardens. Given by her family now re-united with her husband James 1926 - 1997
Los bancos de la plaza del colegio Sant Jeorge en Mayfair, me han dado muy buenos momentos, mientras esperaba a Bruno y Eloi. Sentada en estos bancos he tejido mi bufanda roja, especial para el invierno londinense. El paisaje ha ido cambiando al ritmo de las estaciones. Lo que en enero parecía  tun parque tétrico y oscuro, tan húmedo como una esponja que nunca acaba de escurrir, cambió a explosión de hojas en los árboles. Las flores inundaron todo, los árboles,  el suelo, las jardineras… 
En London un banco se utiliza para cualquier cosa, comer, leer, charlar con tus amigos... pero no hay nada mejor que usarlo para dejar pasar el tiempo plácidamente, respirar profundo, mirar hacia la nada y que los pensamientos pasen como nubes de algodón.

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