jueves, 7 de octubre de 2010

¿Anything else? esa frase ha tenido la culpa.

Hoy he tenido una pelea extenuante. ¡Ay, que cansancio! Ha sido una discusión mental de buena mañana.  Tenía que ir a la biblioteca. A las 6 me he levantado, como siempre, a las 8 estaba en la calle, a las 8:30 delante de la biblioteca. He mirado la puerta con cara de alelada y he pensado que, yo, no estoy muy bien. Resulta que la biblio abre a las 9:30, pero lo más fuerte, es que esa información ya la sé. ¿Entonces porque voy una hora antes? ¡Ah, misterio, si pudiese responder dejaría de pensar que soy boba!
¿Qué hago?
Me voy a tomar un café... o un algo. Me ha dado por dejar el café (mi dosis era uno al día)  por las toxinas y esos rollos.

En la acera de enfrente veo una cafetería Patisserie Vallerie. Es una franquicia de estilo francesito, está en muchos lugares de London.

Entro. Todas las mesas preparadas con cesta de croissants, cesta de mermeladas y plato con mantequilla. ¡Ay que peligro! Mejor que me dé media vuelta ahora mismo y haga ver que ha sido un espejismo.
De repente, recuerdo que yo ya he desayunado, y... no poco. Además, mi economía no está para hacer locuras.
Me siento, cojo la carta…  empieza la pelea entre mi conciencia razonable, a veces un poco pesada  y mi gula irresponsable, a la que lo  mismo le da ocho que ochenta.
Conciencia Razonable -Me tomo un café que es lo más barato
Gula Irresponsable      -ya, pero yo no bebo café.  
CR  -Bueno, tampoco hace tanto que lo he dejado, si le añado que es una prohibición inventada por mi misma… la quito y listos.
CR  –Ni siquiera he entrado para tomar café, he entrado para pasar el rato hasta que abran la biblio.
GI  - de acuerdo, pero es una cafetería, algo hay que tomar. No hace falta que sea un café. Hay más cosas.
CR  -sí, sí, no digo que no, pero…
¿Puede ser…? empiezo a reseguir con la visita la columna de precios, buscando lo más barato. 
¡No hay nada más barato que el café!!!  Vaya descubrimiento, eso lo sabe todo el mundo. El café, siempre, siempre, es lo más barato, a no ser que tengan a la venta los terrones de azúcar.
Estamos apañaos.
Miro las infusiones. Dos con noventa. ¡Dos con noventa!!! ¡Que caras!
Todo me parece caro. A veces no tengo muy claro, si la ciudad es cara de verdad o me parece cara por mi lamentable situación económica. Me acuerdo de las infusiones que tengo en casa. Que ricas. Jengibre, limón y té verde, té verde con regaliz, té verde con hibiscus.
Veo en la carta: té verde, canela y ciruela. Los ojos me hacen chiribitas. ¡Uf, que combinación! Eso tiene que estar buenísimo.
Empiezo a quitarle importancia al precio. Al minuto y medio, el precio casi da igual., al minuto dos ya no importa nada.
La idea café se pierde definitivamente entre mis conexiones neuronales. Vamos, que se ha  evaporado. La imagen infusión aparece en forma de tetera humeante de porcelana blanca. Entonces, sin tenerlo previsto, se me ha colado una idea ajena. Involuntariamente he empezado a mirar los tarritos de mermelada. Oh, strawberry and orange marmalade de Wilkin&sons Tiptree Essex. ¡Dios mío! que bien suena. Que etiqueta tan sugerente. Que forma de tarro tan atractiva... ¿cómo? ¿todos los tarros de mermelada son iguales?... ah, sí, puede que sí.
Yo, sí yo en primera persona, poniendo todo el enfasis que pueda y más…  he probado las mejores mermeladas del mundo. Mi hermana, Carmen, puede dar fe. Las hace mi amiga Mª Àngels Sureda. Son especiales, deliciosas, diferentes a lo que se compra en las tiendas, aunque la tienda sea delicatesen., como las suyas no hay ninguna. Soy su fan número dos, mi hermana es la número uno. Tengo el listón mermeladas muy alto. 
CR me dice -bah... mucho nombrecito inglés, pero igual es un fraude de mermelada
GI  -hombre... ya se sabe que no seran como las de la Sure, eso seguro, no las compares y listos.
CR -comó no voy a comparar? es inevitable.
GI -de eso nada, totalmente evitable, te repites 100 veces que en el mundo hay más mermeladas y ..¡ya está!

Llega el camarero  !Qué bien¡ Ahora volveré a la realidad y se esfumaran los tarritos de mermelada.
Pido la infusión. El camarero me mira fijamente y me dice –anything else?
Levanto la vista. Leo en sus pupilas –pídete un croissant con mermelada y mantequilla.
¿Qué hago yo?
Exactamente eso. Sin ofrecer resistencia de ningún tipo me pido mi segundo desayuno del día.
No me voy a alargar en ponerle adjetivos a la experiencia croissant, solo decir que totalmente recomendable. Si alguien viene a Londres, ¡desayunar en Patisserie Valerie vale la pena!
Otro día cuento mi desayuno en le Pain Quotidien, con decir que cuando voy a pasar por delante de uno cambio de acera, ya doy una idea del nivel de breackfast.
El tiempo se me ha pasado volando. A la calle a trotar que he echado gasolina para pasar el resto del día sin comer.
Ah, la mermelada estaba buena pero como la de la Sure.............NO.




1 comentario:

  1. Comentario de mi hermanita Teresa
    hello maritin¡¡¡He intentado enviar un comentario en una de tus historietas pero no es cosa fácil.Yo ya me veia contigo en la patisserie o cafeteria Valeri,degustando un crujiente croissant inglés ,con unas pequeñas torradas con beurre y mermela de arandanos y con un delicioso capuccino lleno de espuma.Y después minutos más tarde me veia en la calle delcruce en diagonal circus no sé que más ,chafada en el suelo como una colilla o un puro que es más gordito.Se parte una el pecho con tus historias que orgullo de tener una hemana tan fantástica y graciosa,sigue así maritin que te harás una écrivante fameuse.Bissus.

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