viernes, 15 de octubre de 2010

¡Topchefhouse, cada día estoy más cerca!


Cuando salgo de clase y tengo pis (esas cosas pasan) entro en Selfridges (tienda de superlujo gigante) voy al baño que está más limpio que los chorros del oro y aprovecho al máximo las instalaciones. El baño está al lado de la librería, una suerte, en la librería hay un sofá negro de piel super mullido con el asiento amplísimo como una cama de 90cm que me atrapa como  un imán.
Salgo del baño me tiro en el sofá dando un salto (cuando estoy sola, claro) pienso… ¡hay madre que  agustito se está aquí!  Luego  me levanto como un muelle, cojo un montón de libros; de cocina, de diseño, de manualidades, de fotografía, de decoración… de todo lo que quiero y más. Es un paraíso. Si tienen cámaras, que apuesto lo que sea a que si, esta ciudad es un Gran Hermano por el tema de la seguridad, deben creer que soy una homeless, lo único, que no voy harapienta.
¿Y? Aquí estoy un día más, con un libro de cocina entre las manos, cuando lo que tendría que tener es el libro de inglés. El libro de inglés lo debería llevar tatuado en la palma de la mano.
Desde hace unos días el destino me empuja hacia la cocina. Hace dos semanas que tomé una decisión importante. Dadas mis pocas ganas de formar parte del tinglado, según el cual funciona el mundo, tengo que hacer algo para que mi vida laboral y mi filosofía personal se fundan como la crema de leche y el chocolate. Quiero que mi vida se convierta en una ganache deliciosa.
Después de algunas experiencias laborales, he desarrollado una incapacidad voluntaria anti sistema.  Ya sé que no tengo pinta de anti sistema, y menos un viernes por la noche con zapato de tacón, labios carmín y una copa en la mano… pero las cosas no son lo que parecen, casi nunca. Por cierto, la del viernes parece otra cosa.
Los humanos nos organizamos, es una buena cualidad, de esa forma hemos conseguido avanzar en muchos aspectos, aunque eso no quiere decir que nos organicemos bien. Creo que nos organizamos fatal.  No hace falta decir, que todo esto son opiniones personales basadas en mi experiencia, en lo que veo y en lo que me cuentan, opiniones propias que solo sirven para mi… lo que pasa es que condicionan mi vida y no las puedo ignorar.
A ver… la mayoría de los humanos tenemos que trabajar, eso no me molesta, totalmente aceptado.  Me gusta trabajar, me encanta trabajar, lo que acabo de decir no es metafórico ni tiene doble sentido.
Trabajamos para conseguir el dinero, que a la vez nos permite conseguir, las cosas que necesitamos para vivir y mantener las necesidades que nos ha creado la sociedad de consumo, ok.
Por suerte, hace mucho tiempo se me apareció la Virgen, vi la luz. No estoy en el grupo de las que se creen el rollo consumista. Entonces no estoy enganchada a la mentira consumista, que bien, pero necesito algo de dinero para sobrevivir en esta jungla.  Necesito algo de “pasta” que cubra  mis necesidades básicas y poca cosa más. Mi ambición es moderada, según mi opinión, claro. 
El problema surge al buscar trabajo. No estoy de acuerdo con el sistema de trabajo actual, no me gusta como se trata a los trabajadores, no llevo bien el hecho de que se conozcan y reconozcan los derechos laborales y después en los trabajos te encuentres con que eso se lo salta todo Dios a la torera… por no hablar de las relaciones entre compañeros… esa historia de que como trabajamos un montón de horas con los que más te relacionas es con sus compañeros de curro y como la peña está estresada y fatal, pues se dedican a maltratarse los unos a los otros… un círculo vicioso…por no hablar de lo incompetentes que son  muchos jefes-as.

Que inhumano todo. Si tu curro es intelectual, dejas de lado la parte física, acabas con el cerebro hecho papilla y no quieres hablar ni con tu sombra. Si el trabajo es muy físico, acabas molida y  casi te tienen que acostar por las noches. Parece que una parte es incompatible con la otra. Cuando debería ser todo lo contrario, tienen que ser compatibles.Siempre arrastrando la sensación de que no tienes vida.
Total, que soñamos con decidir y escoger nuestra forma de trabajar. Muchos soñamos con montar un negocio en el que desarrollar nuestras habilidades.
Yo tengo claro lo que me gusta hacer que ya es mucho.
Me gusta comunicarme con la gente, hablar, en una palabra (no de chorradas, supongo que se entiende… bueno y alguna vez SI de chorradas) Me gusta hacer trabajos físicos sobre todo con las manos. Me gusta cambiar de escenario para romper con la monotonía y me gusta que haya una parte intelectual, llámale formación, profundizar, mejorar…
Y…. tachán… todo eso se resume en mi próxima experiencia laboral. ¡Quiero cocinar.!!!!!!! Si, cocinar en London!!!
 Mi madre que lee el blog y aún no se lo he dicho le va a dar algo (mamá no te asustes creo que lo tengo todo controlado). Mi madre tiene la culpa de todo esto. Tenemos muuuuchas cosas parecidas, cosas que yo le he copiado porque me gustan. Mi madre, siempre inventaba negocios de todo tipo y algunas veces se lanzó a trabajar de cosas de las que no tenía mucha idea… y le salía bien, porque es lista y luchadora.
Pues eso, quiero decidir mi horario (entre comillas), quiero tener el control de las veces que me levanto de una silla, quiero pensar que puedo mejorar cada día, quiero pensar que puedo aprende sin límites, quiero asegurarme que puedo hablar de forma relajada con las personas de mi entorno laboral, sin estrés, sin presión. Quiero eliminar la posibilidad de que mis superiores sean unos inútiles-crueles-neuróticos-amargados.
No sé si va a funcionar, espero que sí, yo lo voy a intentar.
Espero que  el empeño esfuerzo y cariño que le voy a poner consigan que por fin mi filosofía sobre el trabajo y la vida en general encajen con mi  existencia y así pueda  mantenerme en el sistema dentro de los límites de la dignidad.
Recuerdo cuando empecé a trabajar, era muy joven, estudiaba y trabajaba. Estudié gemología por pura pasión, entonces no había razonado mucho sobre la vida y lo dejé antes de acabar porque por mi situación personal era un esfuerzo titánico, además  la salida laboral era cero.  No me arrepiento en absoluto, ojalá lo hubiese acabado, con el tiempo he aprendido que hasta las cosas más absurdas sirven para algo.
Continué trabajando. Estudié francés e italiano cuando todo el mundo estudiaba  inglés… que guay… debía ser para llevarle la contraria al resto del planeta. Ahora estoy  muy contenta aprendiendo el inglés que no aprendí en su día. Tampoco me arrepiento, me encantan los idiomas, cuantos más sepa, mejor.
Estudié márquetin, me ayudó mucho a entender cómo funciona el tinglado capitalista y la sociedad de consumo. Llegué a pensar que el márquetin era lo peor que se había inventado después de la bomba atómica. A fuerza de reflexión, entendí  que el márquetin no es negativo,  ni malo,  es una herramienta maravillosa para desarrollar una idea. Lo malo es como lo usan la mayoría de las empresas.
Después de un  experiencia muy negativa tuve un parón de dos años, el primero en mi vida laboral.  Entonces estudié cocina y somelier.  Me fascinó. También descubrí que el mundo de la hostelería es muy cruel y más injusto si cabe que el de la empresa. Mis deseos de trabajar en ese campo se esfumaron.
Entonces se me ocurrió lo que parecía una brillante idea. Pensé en unir los conocimientos de márquetin con los de la cocina. Así nació la idea del “Chef en casa”.
Entonces llego la crisis. Cogí el proyecto y literalmente lo eché a la basura.
Ahora lo vuelvo a retomar para realizarlo en London. Parece una locura, pero yo lo voy a intentar.

1 comentario:

  1. Ah me encanta ese proyecto Angelina! Sabes que yo también he soñado con ello por un tiempo y espero y te deseo de todo corazón que encuentres la manera de realizarlo. Tu eres una "cheffetta prodigiosa" y London la ciudad de oro para ponerlo en marcha. Muchisima suerte!!
    Besos
    Dani

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